La Selección ecuatoriana de fútbol, junto con su Federación -FEF-, llegó a Buenos Aires-Argentina el pasado viernes 1 de junio del 2012. Los jugadores hicieron el reconocimiento previo junto con la práctica en la cancha de River Plate, ubicada en el barrio porteño de Núñez.
El equipo ecuatoriano y sus dirigentes llegaron al hotel Intercontinental de la capital argentina, para tomar un descanso y concentrarse para el partido con la Selección argentina.
Yo esperaba con ansias el arribo de mi Tricolor. Hace cuatro años atrás estuve presente en el mismo cotejo por Eliminatorias rumbo a Sudáfrica 2010. El recuerdo y la nostalgia llegaron a mi corazón, hacía tiempo que no veía al equipo de mi país natal.
En exteriores del hotel, después de cruzar palabras con algunos compatriotas, me percaté que el bus que trasportaba a los futbolistas ecuatorianos ingresaba al hotel. Mi emoción crecía.
La seguridad y logística encargada de la Selección abrió las vallas del hotel y todos los ecuatorianos nos mandamos para adentro, con la esperanza de ver y estar junto a nuestras estrellas. Entré al hotel y mi sueño se cumplió, tenía en frente a Antonio Valencia-Manchester United- lo vi y le dije que admiraba mucho su profesionalismo, nos dimos un abrazo y le desee éxitos para toda su carrera. Él respondió con sencillez y agradecimiento. Es muy valorable encontrar en el actual mundo a alguien que tiene la palabra ambición y avaricia eliminada de su ser, que no se deja guiar y “atontar” por el dinero.
Antonio Valencia, hoy en día jugador titular en el Manchester United-Inglaterra-sigue manteniendo la misma cordialidad como cuando empezó a jugar en El Nacional de Ecuador.
Luego de ver a todos los jugadores y sus dirigentes, intercambié maneras de pensar e ideas con algunos periodistas, ellos se enteraron de que yo estoy estudiando esta “noble profesión”, tal como la describió el argentino Tomás Eloy Martínez.
“Estoy cursando periodismo y estoy comprometido en ejercer con seriedad y sencillez este desafío”, comenté. Después de una larga charla con algunos periodistas ecuatorianos, pregunté como podía adquirir entradas para el partido, ya que no pude conseguir antes y la reventa estaba valuada en $ 400.- (pesos argentinos). Mi bolsillo ya no puede darse gustos excesivos.
Ellos me recomendaron hablar con el coordinador del plantel, el Señor Vinicio Luna. Lo ubiqué y le pregunté, con respeto, si me regalaba dos minutos de su tiempo. Él contestó con dureza negándose a darme la palabra. Por ratos lo notaba ocupado y por ratos libre. Aprovechaba los momentos que lo veía relajado para recordarle que quería hablar con él. Esta acción con el mismo contexto se repitió ocho veces. En ninguna logré el diálogo. Sin darme por vencido y pensando que si expresaba mis ganas de estar para el partido, y pedirle una entrada, él entendería y me facilitaría una de las tantas entradas que guardaba. En mi última intervención hacia el señor Luna, conté mi caso: "Vinicio, soy ecuatoriano, vivo en Argentina hace más de cuatro años, estudio periodismo. Se me hizo imposible conseguir una entrada para el partido de mañana, quiero acompañar a mi país a este cotejo tan importante, ¿me podrías ayudar a conseguir una?". Una vez más esquivó mi pedido: "Ahora no tengo, no molestes por favor, te estoy diciendo que no tengo y ahora estoy ocupado en otras cosas, ¡no tengo entradas!" contestó.
Yo respondí: "¿Pero por qué te enojas?, no estoy pidiendo un favor de mala manera, lo estoy haciendo con respeto". Él volvió a confirmarme que lo dejara en paz.
Con una bronca interna, sin entender su negación, ni el porqué de su reacción, más la incertidumbre de no saber si iría o no, empezaba a escasear la esperanza de obtener una entrada al cotejo. Pero hice lo posible por conseguir.
De repente, vi salir del ascensor ubicado junto a recepción al Señor Omar Quintana, actual diputado ecuatoriano de un partido político llamado PRE, expresidente del equipo de fútbol Emelec y ex jugador de básquet en la selección de Guayas, su provincia natal. Ninguno de estos tres datos justificaba su presencia en esa noche ni su vinculación con el plantel.
Claro, días antes, Quintana homenajeó a Luis Chiriboga-actual presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) -, eso explica su anexo junto al plantel ecuatoriano. Este personaje estuvo involucrado en casos corruptos, en el deporte y en la política. Un hombre del que no se espera más que una mala cara. No es agradable.
Tiene cualidades que resaltan su forma de ser, una caminata lenta, un rostro molesto, su espalda algo jorobada y una personalidad autoritaria y de poder sobre los demás.
Mientras pensaba la razón de su presencia, y algo frustrado de ver los mismos dinosaurios que controlan, la política y el deporte en el Ecuador, se escucha un grito: "Vinicio, Vinicio, ¡ven pa´acá!"; con una velocidad sorprendente, se acercó a contestar el llamado de Quintana el Señor Vinicio Luna, diciendo: "Dígame Omar", esta vez, no se notó intolerancia por parte de Luna, todo lo contrario, sumiso al mando.
Con una voz grave, Quintana expresó: “Vinicio, dame cinco entradas para estos chicos, son de Guayaquil”. Luna respondió: “Sí Omar, cómo no. Vendo a $ 50.-(PESOS ARGENTINOS) cada una”.
Los compatriotas pagaron y tenían su ticket para ver a la Tricolor. Las entradas que Luna recibe de Protocolo, las vende y saca provecho.
Las ganas de ver a mi país no cesaban. El orgullo personal se quebró y me acerqué al Señor Omar Quintana y le conté mi caso. Él expresó: “¿Yo acaso he venido a regalar entradas?”, en un tono arrogante, como me lo esperaba venir.
Las ganas y esperanzas se agotaron. Me senté en el bar del hotel, pedí una cerveza. Mientras pensaba la forma de conseguir el pase para ver a mi país, miré bajar por las escaleras al Señor Luna. Él lideraba un tren de personas que lo seguían. Me acerqué al grupo, y sí, por fin, Luna se sentaba a regalar entradas a los hinchas de la Tricolor. Pero ¡no! No es así, Luna las vende, ya no en $ 50.- ahora el valor es de $150.-. Terrible aumento.
Me sentí burlado. Al final, él aprovechaba mi deseo. Pagué la entrada y me retiré sin dar las gracias. Estuve mal. Tenía enojo, sabía que estaba haciendo mal en comprar y ser parte del sistema corrupto que manejan. Las ganas de ver a mi país fueron más. Me retiré del hotel triste y sin poder creer que la corrupción no cesa en estos organismos. Al contrario, hay más expansión y menos valores.
No saben lo mal que le hacen a la imagen del país y al fútbol de Ecuador.
Eso se vio claramente en la cancha de River. Ecuador con un esquema desordenado, con algunos jugadores convocados sin sentido, con un nerviosismo y falta de comunicación notable entre ellos, perdió 4 a 0 contra Argentina.
Nos pasearon en la cancha. El verdadero interés de estos actuales dirigentes de la F.E.F. no es el fútbol ecuatoriano, ellos se preocupan de que no empiece a sonar el serrucho y sus bolsillos se dejen de llenar y multiplicar.
De esta experiencia me quedo con dos cosas que me llamaron la atención y valoré mucho: la sencillez y cordialidad de Segundo Alejandro Castillo-mediocampista- y Antonio Valencia. Con Castillo, tuve la oportunidad de dialogar mucho, hasta de la vida misma, él respondió a mis preguntas con normalidad, pese a ser la gran figura que es en el fútbol.
En esta actual sociedad, el dinero compró muchas mentes, por eso destaco esta cualidad en Castillo, él no se marea por el “paper”.
Muchos me dicen que no es bueno que publique esto. Yo estoy comenzando y necesito publicar verdades. Para eso está esta profesión, uno tiene que cantar la blanca y la negra. Contando de manera objetiva. El que mejor cumple con la objetividad, más profesional es. Sino lo hago, el sistema me lavará a su manera y tendré que ser otro periodista vendido que hace el trabajo de favorecer a superiores. Si doy nombres es porque quiero informar quiénes y de dónde viene el daño en La Selección ecuatoriana de Fútbol.
Sr. Luis Chiriboga, usted ya vivió dos mundiales, ya tuvo grandes logros como dirigente. Ya es tiempo que haya más oportunidad a la nueva generación. Necesitamos nuevas metas y activar la seriedad con gente joven que tenga capacidad de liderar un modelo para el bien del querido fútbol ecuatoriano.